Mascarillas faciales
¿Para qué sirve una mascarilla facial?
La piel es un buen reflejo del estilo de vida. Factores como la contaminación, los rayos UV, el estrés y una mala alimentación tienen un impacto directo en el aspecto y la vitalidad del rostro. Exponer la piel frecuentemente a factores de este tipo la hace frágil y vulnerable.
María Blesa del Hoyo explica que en los casos de tez apagada, puntos negros, manchas de pigmentación y granos, una buena idea es adoptar las mascarillas como complemento en la rutina de belleza diaria para reducir dichas imperfecciones.
Hidratante, calmante, antimanchas, purificante... existen varios tipos de mascarillas según las necesidades específicas de cada piel. Las mascarillas están formuladas con una alta concentración de principios activos y su textura espesa actúa en profundidad sobre diferentes capas de la epidermis. Aplicadas una o dos veces por semana, sus beneficios son múltiples según el producto: nutren la piel, desobstruyen los poros, reducen las manchas, regulan el sebo y pueden restaurar la película hidrolipídica de la piel.
En definitiva, se trata de una fuente de embellecimiento que devuelve a tu rostro luminosidad y vitalidad.
Mascarillas: ¿cómo elegir la adecuada?
Desintoxicantes, purificantes, hidratantes, antiarrugas... ¡Hay tantas mascarillas como particularidades de la piel! Para elegir la mascarilla adecuada, primero debes identificar las necesidades de tu piel.
La mascarilla antiedad específica
Para combatir los signos de la edad, nada como una mascarilla antiedad rica en activos tensores y reafirmantes que ayudan a redensificar la piel. Además de hidratar profundamente la epidermis, la mascarilla facial estimulará la regeneración celular. ¡Ideal para devolverle juventud al rostro!
La mascarilla antiedad corrige las arrugas para conseguir una piel más lisa gracias a complejos activos que movilizan las células de la epidermis. Una verdadera ayuda desde la aparición de las primeras arrugas.
La mascarilla hidratante
La piel deshidratada es resultado de falta de agua en la epidermis. Este tipo de piel depende de los principios activos hidratantes y los agentes calmantes para reforzar sus barreras naturales y restaurar la suavidad y tersura.
La mascarilla hidratante calma la epidermis para una piel más flexible que gana en confort.
La mascarilla purificadora
Los poros dilatados y obstruidos, los puntos negros y las espinillas son imperfecciones propias de las pieles mixtas a grasas. Las personas con estos tipos de piel deben optar por mascarillas concentradas con ingredientes activos purificantes y absorbentes. ¿El objetivo? Purificar los poros y regular la producción de sebo para reoxigenar la piel. ¡Una verdadera misión de desintoxicación!
Las mascarillas purificadoras disminuyen las imperfecciones, ayudan a reducir visiblemente los poros y suelen tener una textura cremosa que matiza la piel.
Conviene saber que las pieles mixtas pueden aplicar este tipo de mascarilla sólo en la zona T del rostro y optar por una mascarilla hidratante para las demás zonas. La «multimascarilla» aporta beneficios específicos a cada parte del rostro.
La mascarilla calmante
Las pieles frágiles, sensibles y a menudo secas adoran las texturas sedosas y las cremas con principios activos calmantes para reducir la sensación de incomodidad. Las mascarillas calmantes ayudan a reforzar la película hidrolipídica que protege la piel y son una verdadera fuente de bienestar para las pieles sensibles.
¿Cómo se aplica una mascarilla?
Para optimizar los beneficios de una mascarilla facial, se recomienda aplicarla después del baño. Gracias al vapor, que dilata los poros y elimina las impurezas, la difusión de los principios activos es óptima.